La instantánea de la señora tendiendo la ropa la tomé en Montalbán de Córdoba, una tarde del mes de mayo después de asistir a una rueda de prensa en el Ayuntamiento. El día anterior había llovido y El Parte anunciaba agua para los próximos días, de modo que todo el mundo estaba aprovechando la tarde soleada y magnífica que hacía para realizar todas las tareas que la tan apreciada lluvia imposibilita.
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La protagonista de la foto campaba a sus anchas por la azotea de su casa. Entre trapo y trapo charlaba con la vecina, que le advertía de la posibilidad de lluvia. Pero ella, muy segura como gran ama de casa profesional que seguramente será, le replicó con ese característico acento:
–Con ehta briza de mayo y ehte caló, zoy capá de zecá cuatro lavaorah anteh de que caiga ná.
Y así fue. La lluvia no apareció hasta bien entrada la madrugada. Montalbán es un pueblo estupendo: siempre que voy, me dan ganas de quedarme a vivir allí. Sus gentes son hospitalarias, sus mujeres son muy bellas, su cercanía a Córdoba, sus ganas de tirar para adelante y su poderío económico los hace estar a la última en casi todo.
Poseedores de una pronunciación y de una manera de hablar característica y genuina, llevan a gala su personalidad metalingüística por todo el planeta, respetando a todo el mundo pero sin ser ni más ni menos que nadie.
Arquitectos, físicos, veterinarios, médicos, panaderos, políticos, agricultores, empresarios, albañiles, poetas, fotógrafos... Grandes personas que, con su sabiduría, su humildad y su constancia están haciendo un pueblo rico en cultura y en calidad de vida.
El mérito, sin duda, es de todos sus vecinos, pues no hay que menospreciar a nadie. Y paseando por sus calles, siempre pienso que todos y todas deben estar satisfechos y orgullosos de lo que están consiguiendo.
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La protagonista de la foto campaba a sus anchas por la azotea de su casa. Entre trapo y trapo charlaba con la vecina, que le advertía de la posibilidad de lluvia. Pero ella, muy segura como gran ama de casa profesional que seguramente será, le replicó con ese característico acento:
–Con ehta briza de mayo y ehte caló, zoy capá de zecá cuatro lavaorah anteh de que caiga ná.
Y así fue. La lluvia no apareció hasta bien entrada la madrugada. Montalbán es un pueblo estupendo: siempre que voy, me dan ganas de quedarme a vivir allí. Sus gentes son hospitalarias, sus mujeres son muy bellas, su cercanía a Córdoba, sus ganas de tirar para adelante y su poderío económico los hace estar a la última en casi todo.
Poseedores de una pronunciación y de una manera de hablar característica y genuina, llevan a gala su personalidad metalingüística por todo el planeta, respetando a todo el mundo pero sin ser ni más ni menos que nadie.
Arquitectos, físicos, veterinarios, médicos, panaderos, políticos, agricultores, empresarios, albañiles, poetas, fotógrafos... Grandes personas que, con su sabiduría, su humildad y su constancia están haciendo un pueblo rico en cultura y en calidad de vida.
El mérito, sin duda, es de todos sus vecinos, pues no hay que menospreciar a nadie. Y paseando por sus calles, siempre pienso que todos y todas deben estar satisfechos y orgullosos de lo que están consiguiendo.
FRANCIS SALAS