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Un gran anuncio con trampa

Cuando estas líneas vean la luz ya habrá aparecido en la pequeña pantalla un anuncio del que me imagino se hablará mucho, pues, antes incluso de que saliera la campaña, distintos medios de comunicación se han hecho eco de la misma. Se trata del spot promovido por la compañía cárnica Campofrío, y que, en cierto modo, repite la fórmula del año anterior y que tanto éxito le dio.

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Recordemos que las Navidades pasadas tuvo una gran acogida el anuncio basado en el recuerdo de ese genial humorista que fue Gila. Aquel largo spot fue realizado por el director de cine Alex de la Iglesia, y el de este año se ha encargado a directora Icíar Bollaín, un anuncio que completo dura 2 minutos y 30 segundos.

También la empresa ha acudido a la misma agencia de publicidad, la estadounidense McCann-Erickson, una de las más potentes, por lo que es de imaginar que en la campaña se ha invertido un alto presupuesto, siguiendo las pautas que ha marcado Freixenet, en las que no le importa la inversión si se tiene en cuenta el impacto que va a producir estos días (y que lógicamente se espera que redunde en las ventas).

Como he indicado en el título del artículo, desde el punto de vista técnico, es decir narrativo y fílmico, es una pequeña gran película, con unas bellas y cuidadas imágenes, que invitan a la sonrisa, pero, como explicaré, tiene un fondo muy cuestionable, si analizamos detenidamente el contenido de la misma.

Para entender la actual publicidad, hemos de situarnos en la grave crisis económica, política y social que estamos viviendo en nuestro país, puesto que hay que saber situarse en el contexto social para facilitar la publicidad y venta de los productos anunciados.

No es necesario que haga un repaso del asfixiante paro que viven los sectores más débiles, los recortes continuos y que no acaban de parar, las escandalosas ayudas a los bancos, los inmisericordes desahucios, las mentiras habituales de los miembros del Gobierno, que, para colmo, nos las sueltan con la mayor tranquilidad del mundo, etcétera, etcétera.

Pues bien, como digo, en este panorama tiene que jugar la actual publicidad con el fin de promocionar y vender sus productos. No es de extrañar que ahora los sentimientos y las emociones sean el centro del discurso publicitario para llegar a los potenciales consumidores. Así, hasta los propios bancos, que son vistos como aves rapaces por la gente, intentan a través de los mensajes publicitarios acudir a las partes sentimentales de las personas para acercarse a ellas.

Esto ya lo vimos en el artículo titulado Nos escribe Patricia, que no hace mucho apareció en otro de los periódicos de esta cabecera. Ahora las grandes empresas, nacionales y multinacionales, pretenden “llegar al corazón de la gente”, puesto que se han vuelto “solidarias”, “compasivas” y “caritativas”.

Si a todo este entramado de falsos valores humanitarios le añadimos que una empresa como Campofrío se quiere presentar como que es “consciente” de los grandes problemas que aqueja a la población, resulta que tiene que hacer lo que popularmente se llama “encaje de bolillos” para que la campaña sea un éxito en medio de la fuerte crisis que vivimos.

Esto es lo que han pretendido McCann-Erickson, como agencia publicitaria; Icíar Bollaín, como directora; Alfonso Aragón, más conocido como Fofito, como principal protagonista del anuncio; y un conjunto de caras conocidas del cine, el deporte, la música, el humor o el periodismo (Chus Lampreave, Santiago Segura, Chiquito de la Calzada, los Morancos, Malú, Candela Peña, David Summers, David Ferrer, Enrique San Francisco, Iñaki Gabilondo, Luis del Olmo).

Todos ellos se han unido, bajo el patrocinio (y el dinero, claro está) de Campofrío para acabar ese spot titulado El Currículum de Todos, y que la empresa se ha encargado de que llegue a los medios de comunicación. Así, con el humor, cargado de nostalgia al son de Suspiros de España, se pretende llegar a la gente con un anuncio, que convendría que todos viéramos.

Para la elaboración del relato, se plantea que el verdadero problema que actualmente tenemos los españoles proviene de que la imagen que proyectamos hacia fuera de nuestras fronteras es mala, por lo que ha afectado a nuestra propia autoestima, siendo necesario recuperarla.

Creo que para entender bien el fondo del relato, conviene escucharlo despacio y analizar lo que los distintos personajes dicen para que veamos la trampa en la que cae el espectador al sentirse que ese anuncio “le llega al corazón”.



El anuncio comienza con la voz en off de Fofito de protagonista, como si estuviera pensando, al tiempo que se encuentra tecleando con una antigua máquina de escribir.Comienza de este modo: “Hace unos días leí en el periódico que nunca se habían vendido tantos antidepresivos como ahora. Sin trabajo y rodeados de noticias que no paran de decir lo malos que somos. Es normal que uno termine pensando que no sirve para nada”.

Empezamos a ver cómo se parte de una idea falsa: es cierto que hay un gran paro, pero las causas no provienen de que los españoles seamos malos y que creamos “que no servimos para nada”.

Tampoco son las noticias las causantes de esta deplorable situación: los medios informan, con mayor o menor veracidad, de lo que acontece en estos años. Y lo que sucede es que el paro y los recortes salariales, entre otras razones, están empobreciendo a la mayor parte de la población, mientras una minoría se sigue enriqueciendo sin que se tomen medidas para detener esta injusticia.

Continúa reflexionando del siguiente modo: “Una amiga me dijo que lo mejor que puedes hacer cuando estás desanimado es mirar lo que has conseguido, porque ya no existe”.

Esto que a nivel personal puede tener sentido, no lo tiene cuando se refiere a temas de carácter social. ¿Acaso un chico o una chica que, por ejemplo, ha terminado sus estudios y no encuentra trabajo, o si lo tiene es con un sueldo mísero, debe pensar constantemente en el buen expediente académico que posee para no caer en el desánimo? ¿Tiene un jubilado que hacer memoria de su vida para tranquilizarse al ver que la pensión se la han congelado, a pesar de las promesas de que no se haría?

Parece ser que los problemas sociales se resuelven mirando a la generosidad individual de los españoles, puesto que, a continuación, se dice: “El estado de ánimo es capaz de borrar de nuestra memoria hasta siete premios nóbeles o que somos únicos donando órganos”.

Y uno se pregunta: ¿Qué tiene que ver que haya siete españoles que hayan conseguido el premio Nobel al cabo de más de cien años de existencia con el desastre en el que nos encontramos inmersos? Por otro lado, ¿no serán precisamente los sectores que más sufren los que se muestran más solidarios con sus semejantes? ¿Acaso alguno de los magnates empresariales o de la banca que conocemos es donante de sangre o de órganos? Entonces, no repartamos la solidaridad entre todos.

A partir de ese momento empiezan, de un modo u otro, a intervenir los personajes citados, haciendo referencia a las múltiples lenguas que se hablan en el Estado español, a los premios en Hollywood, a los triunfos en algunos deportes, a las muchas infraestructuras… llegando a afirmarse lo simpáticos que somos puesto que hay un cómico por familia.

Si no fuera porque de fondo la música de Suspiros de España va acompañando todos los planos de esta pequeña película, la frase “Fofito, no te olvides de los jóvenes, que exportamos la generación más preparada de la historia”, que le dicen dos chicas al verlo pasar, nos empezaríamos a dar cuenta de que algo no funciona.

Pues, ¿cómo es que a la búsqueda de trabajo fuera de nuestro país por parte de los chicos y chicas que no lo logran aquí en su propio país lo llaman “exportar”?Claro que inmediatamente un grupo de jóvenes que arrastran unas maletas responden: “Pero volveremos”. De este modo, se quiere hacer ver que esa nueva emigración es provisional.

Inmediatamente, aparece Iñaki Gabilondo que a través de la pantalla nos dice: “Somos valientes y solidarios. La fuerza de la gente ha puesto a todos de acuerdo en los desahucios”. ¿A todos? ¿También al Gobierno y a la Banca?

A continuación, y para ablandar más aún el corazón de los espectadores, vemos a una abuela caminando lentamente con su nieta, al tiempo que una voz dice, y respondiendo a quien está pidiendo a Fofito que escriba que somos campeones en los paralímpicos: “Campeonas ellas que con su pensión están manteniendo a sus hijos y a sus nietos”.

¿Y no es un verdadero escándalo, una verdadera injusticia social, que en esta sociedad haya muchos abuelos que tengan con su pensión que mantener a sus hijos y a sus nietos?

La parte sentimental se refuerza cuando sale una antigua filmación en blanco y negro de Fofito, tras la expresión: “Se te olvida que eres más listo de lo que crees, más fuerte de lo que piensas, incluso más guapo, y cuando te das cuenta es como tener superpoderes”.

Acaba la filmación cuando Fofito va a enviar el “currículum de los españoles” con un chorizo para “la Moody’s”, otro de pavo para “la Merkel” y un salchichón para “el fondo Monetario”.

En este cierre se acude alegóricamente a la frase del 15-M en la que se decía “No hay pan para tanto chorizo”, para acabar la narración con una parodia inocente y blanda de uno de los grandes movimientos sociales que se produjo a mediados de mayo del 2011 en nuestro país.

Para finalizar, amigo lector / amiga lectora, no es que yo quiera amargarte la vida con la detallada descripción y disección de esta pequeña película, que quizás te guste y que sirve como pequeño consuelo ante tantas deprimentes noticias. Por mi parte, deseo que te lo pases lo mejor posible, que disfrutes todo lo que puedas estos días. Aunque, personalmente, creo que es la rebeldía, la solidaridad y la lucha lo que nos sacará de esta situación en la que nos han metido sin nosotros haber sido los causantes.

AURELIANO SÁINZ
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