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¡Y un helicóptero!

En la lista de las cosas que el ser humano nunca debería perder (las llaves, la vergüenza, la dignidad…) se encuentra escrita con letras doradas la palabra "estupefacción". Cuando perdemos la capacidad de sorpresa corremos el riesgo de considerar como normales acontecimientos que en absoluto lo son.

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Es así como, hace unos días, leía completamente estupefacto que le habían incautado al teniente de alcalde de Marbella cuarenta y una fincas, un avión y un helicóptero. El avión, lógicamente, lo usaría para desplazarse a aquellas viviendas más alejadas entre sí, mientras que el helicóptero quedaría para los trayectos más cortos. Me imagino.

Esta noticia viene a completar un clima de actualidad informativa en el que no hay semana que se destape cualquier exceso por parte de algún que otro político con ánimo de fastuoso senador romano.

En el Congreso, sin ir más lejos, florecen los diputados con varias viviendas en Madrid que cobran dietas por alojamiento. Aunque todo tiene su explicación y Antonio Trevín nos ayuda a entenderlo: “Entiendo que la explicación puede no ser fácil, pero tiene una cierta sensatez; los diputados tienen que resolverse dónde vivir en Madrid y algunos prefieren dedicarlo a una hipoteca”.

Hay otros, como Agustina Esteve, que prefieren usar el teléfono móvil que no pagan para felicitar la Navidad por sms a conocidos y allegados. A 486 conocidos y allegados exactamente. Y, finalmente, están los que deciden hacer pública su nómina, como Carlos Salvador, para mostrarnos los 4.794,78 € que gana al mes por ir, cuando va, al Congreso.

La política dejó de ser lo que era cuando los que la consideraban un modo de vida fueron sucedidos por estos que ven en ella, simplemente, un medio para vivir por todo lo alto. La propia naturaleza de servicio público que ha de regir el comportamiento político impide toda clase de lucro personal con el ejercicio de la actividad política. Y estos a los que cada cuatro años se lo ponemos todo en bandeja de plata no están ahí por vocación de servicio, sino por un salario abultado. O eso parece.

PABLO POÓ
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