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¿Y de lo suyo qué, señor Barcenas?

La transcripción de Pedro J. de este domingo ya se la habíamos leído, con mejor prosa y mayor enjundia literaria, a Raúl del Pozo y escuchado en verbo más florido a Carlos Herrera. Dos o tres periodistas más, con mayor o menor desparrame del autor intelectual, Luis Bárcenas, habían dado también cuenta de lo que lleva contando desde que el juez Ruz empezó a echar mano a sus dineros ambulantes de Suiza y otros sitios de esconder pasta.

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Lo del director de El Mundo suena a albacea testimonial: “Esto te lo casco y tú lo sacas si a mí me meten en chirona”. Y así ha sido. Al extesorero lo han “guardado” en Soto del Real y Pedro J. ha desplegado la manta. Que es la misma ya desplegada, siempre con la técnica de decir que la gorda está debajo y que reitera punto por punto el monólogo del inculpado.

Todo estaba ya más que contado y tertuliado. Lo más grave, que es muy, muy grave, es la financiación ilegal, los dineros aportados al PP por empresarios, mayormente del ladrillo, que dice se contraprestaban con tratos de favor en concesiones de proyectos y obras. Ese es el gran cargo que se imputa, durante nada menos que veinte años, y mancha desde casi su inicio a la organización entera sin que se salve uno de sus dirigentes desde Fraga.

Y si he de decirles lo que pienso y me parece, aunque no sea relevante, eso tiene trazas de verosimilitud porque la financiación de los partidos –ahora hablamos del PP porque es el que toca y al que le alcanzado el foco- es de haber andado siempre con tales enjuagues cuando han tocado el pelo del poder y la concejalía de Urbanismo, que era antes por la que se pegaban.

Luego viene el dónde iban los cuartos –a campañas, a pagar los complementos a los cargos orgánicos-, con el detalle chusco ya tantas veces narrado de unos trajes para Rajoy porque iba hecho un asco a los mítines. Eso ya está más explotado y con menos recorrido a cada día que pasa. Puede quedar muy feo y resultar impresentable socialmente, pero si los sobresueldos fueron declarados a Hacienda, no hay caso ni causa.

La novedad, que puede serlo para alguno muy ingenuo que quede, es la confesión de que la papela entregada por su amigo y compadre, Jorge Trías, la había escrito él. Hombre, eso lo sabíamos todos y no se lo creía nadie y, menos, en el PP, que le conocen la letra, cuando lo negaba de aquella manera.

"Por lealtad a Rajoy", alardea. Buena broma esa palabra en boca de Bárcenas. Es su letra pero también parece cada vez más claro que la “papela” fue prefabricada, una especie de resumen, extracto, confeccionada no hace apenas tiempo y de una sentada. Para la ocasión, vamos. Si entrega el original es cuando podrá quizás comprobarse lo que parece cada vez más evidente: que fue realizada aposta, de una sentada y como parte de la maniobra de defensa.

Eso es lo de Bárcenas, que queda pendiente, tras tanto amanuense, de lo preceptivo. Déjense de buscarse escribas y vayan de una vez al juez con ello. Con la pruebas que tengan y sin andarse con que van a caer Gobiernos. Si caen, que caigan. Ante el juzgado.

Pero hay dos cosas que no dejan de ser tachas, tanto en el declamente como en los escribanos. La primera es sorprendente y tan reiterada que uno se pregunta por qué esa es la única pregunta que los receptores no hacen: ¿Y de lo suyo qué hay, señor Bárcenas? De sus millones a sacos, de sus cuentas a reventar de parné, de su posible condición de jefe de la banda Gürtel...

¿De eso por qué no le preguntan? ¿Por qué no cuenta ni responde nada? Es que de ello ni se habla, oye. Digo yo que será porque se presume que el nuevo rey del talego, heredero de Conde en ese trono, el “héroe” Bárcenas es el inocente pleno, el vengador justiciero, el limpio de polvo y paja. Qué pobrecito: sólo le hacen esto por estar más que forrado y por tener demostrar de dónde salieron los forros.

Bueno, en esto, Bárcenas es como todos sus colegas y vecinos de residencia. De preguntar por allí, de entrevistarlos a todos, como pueden seguir entrevistando a algunos de la tribu de los Correa, todos estarán dispuesto a sacar todos los trapos sucios de los ajenos pero ¡quía! Si de lo que se trata es de responder de los suyos, ellos son unas pobres víctimas, unos “honrados corruptos” explotados.

Pues esa parece ser la tónica y la bitácora de actuación mediática. Ponerle el altavoz a los inculpados para que esparzan toda la mierda que deseen pero sin una mala pregunta ni un mínimo contraste con sus propios actos.

En el caso Bárcenas, otro elemento se suma a sus fallas. Lo patente y feroz de sus odios contra quien le cortó las alas y le puso en la calle. La inquina hacia Cospedal le rezuma por todos los poros. Tanto que por no tener a mano ejemplos a lo largo de sus dichos veinte años, ha de sacar uno que ni traído por los pelos en fecha y mando pudiera afectarle.

El de Toledo y una concesión denunciada, como siempre a medias y soterradamente, para no pillarse el dedo, que se remonta al 2007. María Dolores de Cospedal, entonces, apenas si se había visualizado como candidata a la Presidencia de Castilla-La Mancha: era consejera de Transportes con Esperanza Aguirre en Madrid que, después y en esa primera ocasión, perdió por cierto. Y no fue hasta finales de aquel año 2006 cuando fue elegida líder regional de su partido.

A la Secretaría General del PP no llegó hasta el 2008. Buscarle implicación con algo del Ayuntamiento de Toledo, por salpicarle como sea, deja claras en este punto las intenciones del preso. En este caso, y puede que en muchos, venganza. Pero lo que no parece querer entender Bárcenas es que, antes que nada, es él quien ha de responder de sus actos y de esos dineros.

Y otra cosa, su pretensión, chantaje y continua amenaza resulta tan desnortada como inutil para sus intereses. Aunque quisieran, ni el PP ni el Gobierno pueden hacer absolutamente nada ante la Justicia y la maquinaria puesta en marcha. Ni deben y, quizás, ni quieran. Pero es que además no pueden.

Y eso parece que Bárcenas no lo entiende. Y al no entenderlo, lo que hace es apretarse cada vez más las esposas. Aunque bravuconee cada vez con más gallos ante los escribas que se prestan a ser sus copistas. Sin preguntas molestas, claro.

ANTONIO PÉREZ HENARES
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