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Sanidad pública, sí o sí

Llevo meses con este artículo en la cabeza, pero he necesitado tiempo para tomar distancia con el dolor que me ha producido la pérdida de mi padre, que estuvo tres meses y medio luchando en un hospital público contra la enfermedad.

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Lo peor del Neoliberalismo es que el ser humano no existe: todo se mide en cantidades económicas o, más burdamente, en dinero. No sé si han leído estos días en la prensa que la OCDE pide a España que abarate aún más el despido. Y yo me pregunto: ¿Esta organización quién la dirige? ¿Robots con pinta de humanos? Que vengan esos que toman decisiones por nosotros y descubran lo que la reforma laboral ha traído: destrucción de empleo, familias sin hogar y, lo que es peor, hambrientas.

Volviendo al tema que planteaba al inicio, creo que hasta ahora no había nada en España de lo que pudiéramos sentirnos más orgullosos que de la sanidad pública. En los hospitales no se miraba si eras rico o pobre: te atendían igual porque los profesionales sólo veían a la persona, más allá de razas, y niveles de renta. Y aunque estos que nos gobiernan están tratando de dinamitar el sistema, aún persiste este espíritu en nuestros hospitales públicos, esos que son pagados con nuestros impuestos.

Como ya sabrán, nuestros gobernantes quieren que la gestión de los hospitales sea privada, y os voy a decir lo que eso significa: tú, españolito de a pie que tienes la suerte de tener un trabajo, aunque te exploten, pagas todos los meses impuestos y Seguridad Social –si calculas todo, puede que trabajes tres o cuatro meses gratis, para atender estos pagos-, con el oobjetivo de tener unos servicios públicos.

Pues bien, ahora pretenden que esos hospitales construidos con nuestro esfuerzo sean entregados a empresas privadas, que no ponen ni un euro, para que los gestionen. ¿Creéis que lo van a hacer gratis? Por supuesto que no: quieren ganar dinero y obtener beneficios... ¡con nuestro dinero!

Ello supone que no se prime al ser humano, sino a la prueba que sea más barata, para que ganen más. Además, el hecho de que insistan en que se gestionen por personas que no son funcionarios es poner en tela de juicio la capacidad de profesionales que han sacado una oposición. Curiosamente, parece que les tienen tirria a los funcionarios y, sin embargo, Cristóbal Montoro y Mariano Rajoy son funcionarios –claro, que no son un buen ejemplo de gestión-.

Yo no soy ciega y sé que en el sistema se despilfarra. Pero esto se puede tratar de arreglar con "control", esa palabra que a los neoliberales tanto les repele: control de horarios, control de medicinas –hoy es muy fácil con la tarjeta electrónica- y control de existencias de material. Con esto seríamos más "eficientes" –palabra que le encanta a la Troika-.

Desde aquí quiero rendir mi particular homenaje a los profesionales del Hospital Macarena de Sevilla por su cercanía, su profesionalidad, sus ganas, su lucha por la vida humana y por atemperar el sufrimiento y el dolor. Y todo esto en un contexto de bajada de sueldos, de pérdida de derechos y de alargamiento de horarios laborales.

Llama la atención que cualquier alcalde de un pueblo medianito gane más que un cirujano que tiene una gran responsabilidad, y tiene que operar, como lo hicieron con mi padre, de madrugada y durante cinco horas seguidas.

Para terminar, me gustaría decirles a la Troika, al Gobierno de este país sufriente y a la Unión Europea que no nos traten como tontos; que si hay dinero para condonar deudas de “amigos”, para coches oficiales y para billetes de avión en primera, para comidas copiosas y para pagar sueldos dudosos, tiene que haber dinero para que a nosotros, seres humanos, se nos cuide cuando estemos enfermos.

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ A.
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