El Partido Socialista Obrero Español no es el único partido que se plantea la siempre espinosa cuestión de la democracia interna. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), cuyos líderes conforman el gobierno de Venezuela, también. Nada grave si no fuera porque, indirectamente, se está cuestionando desde dentro la legitimidad de toda la estructura política venezolana actual.
Se trata de los "colectivos", grupos organizados y reconocidos que representan el ala más radical de la izquierda bolivariana. Son uno de los pilares de la estructura política chavista, que cada vez cobran más protagonismo por su creciente distanciamiento del Gobierno de Nicolás Maduro.
La última prueba de este distanciamiento con la cúpula del partido lo ha llevado a cabo el Frente Nacional de Colectivos Revolucionarios "Sergio Rodríguez". Compuesto por el colectivo La Piedrita y decenas de estos movimientos sociales, que están repartidos por todo el país, celebraron en abril su Primer Congreso Ideológico, cuyas conclusiones fueron trasladadas el pasado miércoles al diputado de la Asamblea Nacional Jesús Farías, miembro de la dirección del partido en Caracas.
En un momento en el que la legitimidad de Nicolás Maduro para dirigir el país y el partido están en entredicho, estos colectivos rechazan el dedazo como método para escoger a los líderes del PSUV, y solicitan una mayor democracia interna, que dé más voz a las bases del partido.
También critican el hecho de que un integrante de la dirección del partido pueda ocupar cargos en la Administración Pública, considerando que son dos ámbitos que deben ser dirigidos por personas distintas, aunque vayan por la misma dirección.
Alfredo González, portavoz de los colectivos, defiende esta democratización del partido, afirmando que serviría "para que la gente participe en estas estructuras que, a veces, han sido muy cerradas y secuestradas por ciertos sectores del mismo partido". Toda una crítica a la cúpula madurista desde el corazón del chavismo.
Los colectivos también reclaman cambios legislativos con el fin de afianzar su posición política. Concretamente, proponen una modificación de la Ley Orgánica de los Consejos Comunales, con el fin de dar más poder a las comunas que controlan.
Estas reclamaciones no pueden ser interpretadas como una petición de más democracia interna en el partido, sino como una llamada de atención a la cúpula para que tengan más presentes al sector más radical del Movimiento Bolivariano. Tienen ambiciones políticas insatisfechas y, ya que están apoyando a un presidente al que no respetan, piden su porción de poder.
Pero no sólo quieren más visibilidad y capacidad de influencia, sino que también defienden la militarización de la revolución, solicitando “incrementar la formación y entrenamiento militar con conciencia ideológica revolucionaria”, con el fin de que “soporte la patria socialista”. Otras reivindicaciones son que el Estado controle la totalidad de la educación del país y más mano dura contra la oposición.
De paso, hacen una crítica de la gestión de la Sanidad, hasta el punto de "exigir al Ministerio de Salud que si no maximiza el rendimiento del servicio que presta por el bien de la nación y la revolución, sea entregado a los movimientos sociales para que con el pueblo ofrezcamos el servicio que se merece y necesita".
Numerosas reivindicaciones que han salido a la luz para su debate en el III Congreso del PSUV, que se desarrollará entre el 26 y 28 de julio de este año. ¿Cómo decir que no sin provocar una fractura irreversible?
Diosdado Cabello, primer vicepresidente del PSUV, presidente de la Asamblea Nacional y auténtico cerebro del gobierno madurista, afirmó en marzo de 2011, en el diario Ciudad Caracas, que "en una revolución madura, donde todos tengamos un nivel de conciencia justo, no debería haber elecciones internas porque estas son un método burgués que nos han inyectado. Lo que debería funcionar es la cooptación que consiste en que, dado un cargo con un perfil determinado, se postulan varios nombres, y un grupo, un comité, toma la decisión".
¿Mantendrá estas palabras en el congreso de julio? Maduro no ha tardado en pronunciarse, afirmando que es su deber como revolucionario escuchar al pueblo. Un nuevo problema para su régimen, que está asediado por todos los frentes.
Se trata de los "colectivos", grupos organizados y reconocidos que representan el ala más radical de la izquierda bolivariana. Son uno de los pilares de la estructura política chavista, que cada vez cobran más protagonismo por su creciente distanciamiento del Gobierno de Nicolás Maduro.
La última prueba de este distanciamiento con la cúpula del partido lo ha llevado a cabo el Frente Nacional de Colectivos Revolucionarios "Sergio Rodríguez". Compuesto por el colectivo La Piedrita y decenas de estos movimientos sociales, que están repartidos por todo el país, celebraron en abril su Primer Congreso Ideológico, cuyas conclusiones fueron trasladadas el pasado miércoles al diputado de la Asamblea Nacional Jesús Farías, miembro de la dirección del partido en Caracas.
En un momento en el que la legitimidad de Nicolás Maduro para dirigir el país y el partido están en entredicho, estos colectivos rechazan el dedazo como método para escoger a los líderes del PSUV, y solicitan una mayor democracia interna, que dé más voz a las bases del partido.
También critican el hecho de que un integrante de la dirección del partido pueda ocupar cargos en la Administración Pública, considerando que son dos ámbitos que deben ser dirigidos por personas distintas, aunque vayan por la misma dirección.
Alfredo González, portavoz de los colectivos, defiende esta democratización del partido, afirmando que serviría "para que la gente participe en estas estructuras que, a veces, han sido muy cerradas y secuestradas por ciertos sectores del mismo partido". Toda una crítica a la cúpula madurista desde el corazón del chavismo.
Los colectivos también reclaman cambios legislativos con el fin de afianzar su posición política. Concretamente, proponen una modificación de la Ley Orgánica de los Consejos Comunales, con el fin de dar más poder a las comunas que controlan.
Estas reclamaciones no pueden ser interpretadas como una petición de más democracia interna en el partido, sino como una llamada de atención a la cúpula para que tengan más presentes al sector más radical del Movimiento Bolivariano. Tienen ambiciones políticas insatisfechas y, ya que están apoyando a un presidente al que no respetan, piden su porción de poder.
Pero no sólo quieren más visibilidad y capacidad de influencia, sino que también defienden la militarización de la revolución, solicitando “incrementar la formación y entrenamiento militar con conciencia ideológica revolucionaria”, con el fin de que “soporte la patria socialista”. Otras reivindicaciones son que el Estado controle la totalidad de la educación del país y más mano dura contra la oposición.
De paso, hacen una crítica de la gestión de la Sanidad, hasta el punto de "exigir al Ministerio de Salud que si no maximiza el rendimiento del servicio que presta por el bien de la nación y la revolución, sea entregado a los movimientos sociales para que con el pueblo ofrezcamos el servicio que se merece y necesita".
Numerosas reivindicaciones que han salido a la luz para su debate en el III Congreso del PSUV, que se desarrollará entre el 26 y 28 de julio de este año. ¿Cómo decir que no sin provocar una fractura irreversible?
Diosdado Cabello, primer vicepresidente del PSUV, presidente de la Asamblea Nacional y auténtico cerebro del gobierno madurista, afirmó en marzo de 2011, en el diario Ciudad Caracas, que "en una revolución madura, donde todos tengamos un nivel de conciencia justo, no debería haber elecciones internas porque estas son un método burgués que nos han inyectado. Lo que debería funcionar es la cooptación que consiste en que, dado un cargo con un perfil determinado, se postulan varios nombres, y un grupo, un comité, toma la decisión".
¿Mantendrá estas palabras en el congreso de julio? Maduro no ha tardado en pronunciarse, afirmando que es su deber como revolucionario escuchar al pueblo. Un nuevo problema para su régimen, que está asediado por todos los frentes.
RAFAEL SOTO