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Policía y CNI, a tiro limpio

Nunca se han llevado bien. Ellos lo saben, sus jefes lo saben y el presidente del Gobierno del momento lo sabe. Poco hay que hacer, excepto dar la orden en algunos lugares de ser más discretos. Porque lo que hay en estos momentos –igual que hace 40, 30, 20 o 10 años– es una guerra declarada entre la Policía y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

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El motivo que ha desatado que la guerra silenciosa pase a desarrollarse en el cuadrilátero público de los medios de comunicación ha sido la participación activa del CNI en la denuncia contra nueve policías por el caso Emperador. Una de sus agentes, con el original nombre de "María", presionó a uno de los jefes de la trama, Yongping Wu Liu, para que contara todo lo que sabía contra uno de los policías.

A partir de ese momento, han aparecido informaciones en contra del CNI criticando sus fallos a la hora de conseguir información valiosa para el Gobierno. Incluso se han filtrado datos que van contra su director, Félix Sanz, hablando de la necesidad de que sea sustituido por un civil cuando dentro de unas semanas caduque el periodo de cinco años para el que fue nombrado.

El CNI se mantiene en silencio, no quiere que nadie diga que devuelven las balas lanzadas desde el lado de la Policía. Es una forma de decir que ellos hacen su trabajo y que son otros los que tratan de enmerdar la situación.

Es una vieja guerra que nunca ha parado, aunque en muchos periodos no se note porque los jefes políticos la han impedido. Los policías de los servicios de información y los agentes del CNI tienen muchos terrenos en que compiten por conseguir información: terrorismo de ETA y yihadista, investigación de la corrupción, temas internacionales...

Por mucho que ejecutivos del PP y PSOE lo hayan intentado en algunas ocasiones, los dos grupos no solo no comparten información, sino que esconden la que consiguen. Nunca se han fiado. Fueron llamados al orden cuando esa falta de colaboración facilitó que no se impidieran los atentados terroristas del 11-M. Durante un tiempo bajaron la cabeza y colaboraron algo más, pero duró poco.

La guerra se ha vuelto a desatar. Tiene pinta de que va a ganar el CNI, como lo ha hecho con frecuencia. Su director, Félix Sanz, tiene mucha más influencia en el Palacio de la Moncloa que el director de la Policía, Ignacio Cosidó o el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Resolver los trapos sucios del Gobierno en las alcantarillas tiene sus ventajas.

FERNANDO RUEDA
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