Montalbán trata de volver a la normalidad. Tan sólo han transcurrido cinco días de un suceso que consternó por completo al vecindario de un municipio de natural tranquilo, poblado por gentes tremendamente afables y sencillas que, en la mañana del pasado martes, festividad de la Inmaculada Concepción, se vieron sorprendidas por un grave percance en pleno centro del pueblo, que las mantuvo con el alma en vilo por espacio de tres largas horas.
El reloj del Ayuntamiento marcaba las 11.30 de la mañana cuando los vecinos que conversaban al sol en la plaza de Andalucía, ese acogedor espacio que vertebra tres de los enclaves neurálgicos de la localidad –el Ayuntamiento, la parroquia de Santa María de Gracia y el Teatro Municipal– escucharon con claridad una detonación que parecía tener origen en la calle Ancha, a escasos veinte metros del lugar.
“Al pronto, yo pensé que se trataba de un petardo, pero me giré y vi a un guardia tirado en el suelo, sobre la acera”, relató Leoncio Mochilero que, en el mismo momento de los hechos, se encontraba levantando la persiana de su negocio, la conocida Casa Leo, uno de los referentes gastronómicos de la Campiña Sur cordobesa.
El negocio, que lleva en funcionamiento desde hace treinta años, se sitúa prácticamente enfrente de la vivienda de la familia Matute Domínguez, donde el único hijo varón, Félix, de 35 años y viejo conocido de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, protagonizó un grave incidente que a punto estuvo de costarle la vida a un joven guardia civil cordobés, con destino en el Puesto de La Rambla.
En cuestión de segundos, el bullicio de la plaza de Andalucía y el de algunos locales próximos, como la Peña Cultural Recreativa o el Círculo de Labradores, dio paso a un sepulcral silencio que sobrecogió, incluso, a los muchos agentes de la Guardia Civil llegados desde los destacamentos de toda la comarca y, también, a los periodistas que empezaron a tomar posiciones tras el cordón de seguridad establecido en torno a la vivienda de Félix Matute.
Todo lo que ocurrió después ya se sabe. La mediación de los padres del presunto delincuente, unida a la labor de un experto negociador llegado desde el Puesto Principal de la Guardia Civil de Montilla, llevaron al presunto autor de los disparos a salir de la casa de sus padres con las manos sobre la cabeza y a entregarse a las decenas de agentes que lo esperaban fuera. Habían pasado casi tres horas y la noticia había saltado ya a los informativos de ámbito nacional.
Con el miedo todavía en el cuerpo y con la lógica preocupación por el grave estado del agente que había sido alcanzado por un disparo en el abdomen, los vecinos de Montalbán comenzaron a respirar aliviados. “Por fin se ha entregado”, musitaban en voz baja las muchas personas que asistían atónitas a la operación policial tras los cordones de seguridad fijados a más de un centenar de metros del número 52 de la calle Ancha.
Con el paso de las horas y de los días, y sin perder de vista las noticias que van publicando sobre el tema los medios de comunicación de ámbito local y provincial, los montalbeños tratan por fin de recuperar su rutina, esa que ha conseguido, sin grandes estruendos ni alharacas, que el municipio sea uno de los más prósperos de Andalucía, gracias al espíritu emprendedor de un sector como el del ajo, que da de comer a muchísimas familias de la comarca. “Ya está donde tenía que estar, en la cárcel, así que borrón y cuenta nueva”, sentencia un hombre bastante entrado en años y en kilos, mientras apura una copa de vino. Pues eso.
El reloj del Ayuntamiento marcaba las 11.30 de la mañana cuando los vecinos que conversaban al sol en la plaza de Andalucía, ese acogedor espacio que vertebra tres de los enclaves neurálgicos de la localidad –el Ayuntamiento, la parroquia de Santa María de Gracia y el Teatro Municipal– escucharon con claridad una detonación que parecía tener origen en la calle Ancha, a escasos veinte metros del lugar.
“Al pronto, yo pensé que se trataba de un petardo, pero me giré y vi a un guardia tirado en el suelo, sobre la acera”, relató Leoncio Mochilero que, en el mismo momento de los hechos, se encontraba levantando la persiana de su negocio, la conocida Casa Leo, uno de los referentes gastronómicos de la Campiña Sur cordobesa.
El negocio, que lleva en funcionamiento desde hace treinta años, se sitúa prácticamente enfrente de la vivienda de la familia Matute Domínguez, donde el único hijo varón, Félix, de 35 años y viejo conocido de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, protagonizó un grave incidente que a punto estuvo de costarle la vida a un joven guardia civil cordobés, con destino en el Puesto de La Rambla.
En cuestión de segundos, el bullicio de la plaza de Andalucía y el de algunos locales próximos, como la Peña Cultural Recreativa o el Círculo de Labradores, dio paso a un sepulcral silencio que sobrecogió, incluso, a los muchos agentes de la Guardia Civil llegados desde los destacamentos de toda la comarca y, también, a los periodistas que empezaron a tomar posiciones tras el cordón de seguridad establecido en torno a la vivienda de Félix Matute.
Todo lo que ocurrió después ya se sabe. La mediación de los padres del presunto delincuente, unida a la labor de un experto negociador llegado desde el Puesto Principal de la Guardia Civil de Montilla, llevaron al presunto autor de los disparos a salir de la casa de sus padres con las manos sobre la cabeza y a entregarse a las decenas de agentes que lo esperaban fuera. Habían pasado casi tres horas y la noticia había saltado ya a los informativos de ámbito nacional.
Con el miedo todavía en el cuerpo y con la lógica preocupación por el grave estado del agente que había sido alcanzado por un disparo en el abdomen, los vecinos de Montalbán comenzaron a respirar aliviados. “Por fin se ha entregado”, musitaban en voz baja las muchas personas que asistían atónitas a la operación policial tras los cordones de seguridad fijados a más de un centenar de metros del número 52 de la calle Ancha.
Con el paso de las horas y de los días, y sin perder de vista las noticias que van publicando sobre el tema los medios de comunicación de ámbito local y provincial, los montalbeños tratan por fin de recuperar su rutina, esa que ha conseguido, sin grandes estruendos ni alharacas, que el municipio sea uno de los más prósperos de Andalucía, gracias al espíritu emprendedor de un sector como el del ajo, que da de comer a muchísimas familias de la comarca. “Ya está donde tenía que estar, en la cárcel, así que borrón y cuenta nueva”, sentencia un hombre bastante entrado en años y en kilos, mientras apura una copa de vino. Pues eso.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR