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Fran Gallego | Conducción eficiente

En los tiempos actuales, en los que la situación económica no es precisamente boyante para la mayoría de los ciudadanos, es recomendable acudir a fórmulas que nos permitan ahorrar algo de dinero en nuestra vida diaria. Y una fórmula bastante interesante es la conducción eficiente, que procura un ahorro de combustible en nuestros vehículos y, con ello, un respiro para el bolsillo. Pero, además, esta forma de conducir ayuda a disminuir la contaminación ambiental, a la vez que la vida útil del vehículo se verá incrementada.



Con una conducción eficiente conseguimos adaptarnos a las modificaciones introducidas en los motores actuales. Para ello, tan sólo debemos cambiar ciertos hábitos en la conducción que están bastante extendidos y que, sin embargo, nos impiden lograr esos objetivos que, ni más ni menos, se traducen en una reducción considerable de la contaminación ambiental, en el ahorro de unos euros en combustible y, sobre todo, en una mayor seguridad en la carretera.

Con la idea de optimizar la conducción, a la hora del arranque, se gira la llave de contacto e, inmediatamente, la regulación del motor ajusta las condiciones necesarias para un arranque efectivo. En un automóvil moderno se realizan de forma automática todos los preparativos necesarios para el arranque del coche.

Una vez activado el motor, se procederá a iniciar la marcha de la siguiente forma: en los coches propulsados por gasolina, se ha de iniciar la marcha inmediatamente después de arrancar el motor. En los coches diesel conviene esperar unos segundos, una vez que se ha arrancado el motor ,antes de comenzar la marcha.

Uno de los puntos más importantes a tener en cuenta a la hora de conseguir esa conducción eficiente es saber el momento adecuado para proceder al cambio de la marcha. Según las revoluciones, sería en los motores de gasolina entre las 2.000 y 2.500 revoluciones por minuto (rpm); en los diesel, entre las 1.500 y las 2.000 rpm y, también, según la velocidad: segunda marcha a los dos segundos o a los seis metros; tercera, a partir de unos 30 km/h; cuarta marcha, a partir de unos 40 km/h y quinta, a partir de unos 50 km/h.

Se usará la primera marcha sólo para lo que resulta imprescindible: el inicio de la marcha. Cuanto más larga sea la marcha con la que se circula, siempre por encima de un número mínimo de revoluciones del motor, menor será el consumo de carburante. A su vez, a mayor cilindrada, mayor impacto en el consumo tendrá circular en una marcha más larga de la adecuada.

Aplicando todo lo anteriormente expuesto, se efectuará un menor número de cambios de marcha. Se ha comprobado que circulando lo más posible en las marchas más largas se obtiene un ahorro comparativo del orden del 20 por ciento en el número de cambios realizados, lo que significa un ahorro en el uso del embrague, de los frenos, de la caja de cambios y del motor.

En los procesos de deceleración, es conveniente reducir de marcha lo más tarde posible. Siempre que se pueda, se utilizará el proceso de deceleración definido por los siguientes pasos: levantar el pie del acelerador, dejar el coche rodar por su propia inercia con la marcha engranada, posicionar el pie sobre el pedal de freno y efectuar las pequeñas correcciones necesarias para acomodar la velocidad.

Ahora bien, si las condiciones de circulación de la vía lo requieren, se reducirá a una marcha inferior a partir de que el motor baje de las 2.000 rpm. Esta será siempre la marcha más larga en la que se pueda circular. A través de la anticipación, junto con una adecuada distancia de seguridad, es posible reconocer las características del tráfico y sus potenciales situaciones, con lo que se tendrá más tiempo de reacción ante posibles imprevistos derivados del entorno considerado.

Así, una distancia de seguridad correcta permite advertir a tiempo las situaciones peligrosas y adoptar oportunamente medidas para esquivar situaciones inminentes. Lograr y mantener un adecuado campo visual cuando se circula es de gran importancia a la hora de realizar una conducción basada en la anticipación.

Se debe mantener una posición adecuada, tanto de los espejos retrovisores como de los asientos del coche, siendo recomendable, por tanto, no obstaculizar la visión con elementos como esterillas o cristales que impidan la visión de los vehículos que circulan detrás del coche que los lleva.

Aplicando todo ello obtenemos un cambio de actitud en la conducción, creando un estilo menos agresivo, basado en la anticipación y en la previsión, que repercuta en un menor grado de estrés para el conductor y en una reducción del número de accidentes.

Se mantendrá la velocidad de circulación lo más uniforme posible: la mejor forma de conseguirlo será respetando una adecuada distancia de seguridad, realizando la conducción con suficiente anticipación y previsión y usando de forma correcta el pedal del acelerador, es decir, manteniéndolo estable en una determinada posición.

En caravana se debe evitar además estar constantemente acelerando para volver a detenerse a continuación. Si se circula con fluidez, sin realizar continuas aceleraciones y frenadas, se evitarán desgastes innecesarios del coche y se ahorrará carburante.

Al conducir con las ventanillas bajadas se está modificando el coeficiente aerodinámico del vehículo, provocando una mayor oposición al movimiento del vehículo y, por lo tanto, será mayor el esfuerzo del motor. El aire acondicionado o el climatizador es uno de los equipos accesorios con mayor incidencia en el consumo global de carburante, por lo que se recomienda climatizar el habitáculo entre 23 y 24 grados, evitando temperaturas inferiores.

FRAN GALLEGO
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