Rafael Ábalos (Archidona, Málaga, 1950) es abogado y escritor de literatura juvenil. Grimpow vendió más de 150.000 ejemplares y fue traducida a 25 idiomas. Con ella, ganó en 2005 el premio de narrativa El Público, otorgado por la Radio y Televisión de Andalucía (RTVA), fue Libro Juvenil del Año 2007 en Holanda y recibió el premio Libro Notable del 2008, de la International Reading Association Children’s Book Award de Estados Unidos. El péndulo (2011) fue su primera novela para adultos. Las brumas del miedo, que ahora publica, es la segunda.
—En Leipzig, los cadáveres de cinco chicas desnudas son hallados de noche a los pies del monumento a la Batalla de las Naciones.
—Las cinco chicas ocultan un secreto que el lector debe desvelar. Y para ello tendrá que adentrarse en una búsqueda, creo, apasionante.
—Mientras, Susana Olmos, una estudiante Erasmus, entra en un mundo de sexo, drogas y muerte.
—Quería construir un personaje que fuese una estudiante en la que se produjera una evolución a lo largo de la novela a medida que se va encontrando con personajes que van a transformar su existencia, porque comienza siendo una chica inocente y puede acabar siendo una chica perversa, malvada.
—Después de una dilatada carrera como escritor de literatura juvenil, cambia de registro para entrar en la novela para adultos, además con temas duros.
—Sí. Bueno, esa oscuridad que puede tener esta novela está determinada también por circunstancias personales que me hacían desear escribir una novela para mi yo más adulto. Olvidar un poco el diálogo entre el niño que fui y el adulto que soy, que era lo que predominaba en la novela juvenil.
—‘Las brumas del miedo’ es su segunda novela para adultos, después de ‘El Péndulo’, publicada en 2011. Dice que esta novela fue un poco su salvavidas.
—Sí. Por eso le decía. He padecido una situación familiar que, por causa de una leucemia de mi mujer, es muy grave. Y pensé que no iba a volver a escribir hasta que pude encontrar el comienzo de esta novela. Intentar desvelar lo que había detrás de esa escena inicial se convirtió en un salvavidas personal porque volví a encontrarme como escritor.
—¿Visualiza una imagen y a partir de ahí la novela surge sin más?
—Mi proceso creativo, en ese sentido, yo lo califico un poco como inexplicable, por la fascinación que me causa que sean los personajes y los lugares quienes me desvelen sus historias y yo me limite a contarlas como si las escuchara.
—Escribe por impulsos emocionales. Le cuesta elaborar una idea. Pero un 'thriller' sí necesita una estructura cerrada.
—Sí, pero es una estructura que va surgiendo de manera espontánea, incluso hasta su desenlace circular. Yo me sorprendo cuando lo encuentro y por eso creo que he hecho bien mi trabajo en el desarrollo, porque al final se despliega.
—Para usted escribir es un desafío mental apasionante. Es más: deriva en una obsesión.
—Sí. Deriva en una obsesión porque creo que solo a partir de la idea repetitiva de qué estás buscando, qué quieres escribir, afloran esas voces secretas que uno desconoce.
—‘El Péndulo’ ya anticipaba de alguna forma el tiempo que vivimos: Trump, movimientos neonazis. ¿Adónde vamos ahora?
—Bueno, creo que vamos hacia una posible desmembración de Europa, si no le ponemos remedio, como consecuencia de movimientos xenófobos, movimientos ultraderechistas, movimientos neonazis, que no comparten la idea de unificación humana.
—Con ‘Grimpow’ vendió 150.000 ejemplares y fue traducida a 25 idiomas. ¿Hay retos imposibles de superar?
—No siempre. Yo creo que esta novela tiene potencial para superar a Grimpow con creces, por tratarse de una novela adulta, por poder ser leída en muchas partes del mundo.
—No descarta escribir una segunda parte. Como, además, tiene una estructura de serie televisiva, no sé si le ronda algo por la cabeza.
—Todo es posible. Todavía no, sin duda. Pero creo que es una historia que permite continuar su desarrollo por los personajes que contiene y por la historia, que no se ha agotado en esta novela.
—Guarda en el cajón una novela sobre un caso jurídico pero la abandonó porque pensaba que estaba escribiendo un caso jurídico. ¿Tan poco le mola la realidad pura y dura?
—Es verdad. Yo siempre necesito un elemento de distanciamiento con mi realidad, con la proximidad. Por eso, mis historias las busco quizás en lugares que tienen para mí cierto componente fantástico aunque sean también reales.
—Dice usted: “El mayor misterio del universo no son los dioses, sino el ser humano”.
—Creo que nosotros somos el gran misterio del universo, ya que creamos la idea de dios y eso es una genialidad: que el ser humano invente a su creador.
—Abandonó la abogacía por la escritura buscando tranquilidad. ¿Encontró lo que buscaba?
—Sí. Encontré la tranquilidad apasionante de los sueños, de los sueños inalcanzables.
—En Leipzig, los cadáveres de cinco chicas desnudas son hallados de noche a los pies del monumento a la Batalla de las Naciones.
—Las cinco chicas ocultan un secreto que el lector debe desvelar. Y para ello tendrá que adentrarse en una búsqueda, creo, apasionante.
—Mientras, Susana Olmos, una estudiante Erasmus, entra en un mundo de sexo, drogas y muerte.
—Quería construir un personaje que fuese una estudiante en la que se produjera una evolución a lo largo de la novela a medida que se va encontrando con personajes que van a transformar su existencia, porque comienza siendo una chica inocente y puede acabar siendo una chica perversa, malvada.
—Después de una dilatada carrera como escritor de literatura juvenil, cambia de registro para entrar en la novela para adultos, además con temas duros.
—Sí. Bueno, esa oscuridad que puede tener esta novela está determinada también por circunstancias personales que me hacían desear escribir una novela para mi yo más adulto. Olvidar un poco el diálogo entre el niño que fui y el adulto que soy, que era lo que predominaba en la novela juvenil.
—‘Las brumas del miedo’ es su segunda novela para adultos, después de ‘El Péndulo’, publicada en 2011. Dice que esta novela fue un poco su salvavidas.
—Sí. Por eso le decía. He padecido una situación familiar que, por causa de una leucemia de mi mujer, es muy grave. Y pensé que no iba a volver a escribir hasta que pude encontrar el comienzo de esta novela. Intentar desvelar lo que había detrás de esa escena inicial se convirtió en un salvavidas personal porque volví a encontrarme como escritor.
—¿Visualiza una imagen y a partir de ahí la novela surge sin más?
—Mi proceso creativo, en ese sentido, yo lo califico un poco como inexplicable, por la fascinación que me causa que sean los personajes y los lugares quienes me desvelen sus historias y yo me limite a contarlas como si las escuchara.
—Escribe por impulsos emocionales. Le cuesta elaborar una idea. Pero un 'thriller' sí necesita una estructura cerrada.
—Sí, pero es una estructura que va surgiendo de manera espontánea, incluso hasta su desenlace circular. Yo me sorprendo cuando lo encuentro y por eso creo que he hecho bien mi trabajo en el desarrollo, porque al final se despliega.
—Para usted escribir es un desafío mental apasionante. Es más: deriva en una obsesión.
—Sí. Deriva en una obsesión porque creo que solo a partir de la idea repetitiva de qué estás buscando, qué quieres escribir, afloran esas voces secretas que uno desconoce.
—‘El Péndulo’ ya anticipaba de alguna forma el tiempo que vivimos: Trump, movimientos neonazis. ¿Adónde vamos ahora?
—Bueno, creo que vamos hacia una posible desmembración de Europa, si no le ponemos remedio, como consecuencia de movimientos xenófobos, movimientos ultraderechistas, movimientos neonazis, que no comparten la idea de unificación humana.
—Con ‘Grimpow’ vendió 150.000 ejemplares y fue traducida a 25 idiomas. ¿Hay retos imposibles de superar?
—No siempre. Yo creo que esta novela tiene potencial para superar a Grimpow con creces, por tratarse de una novela adulta, por poder ser leída en muchas partes del mundo.
—No descarta escribir una segunda parte. Como, además, tiene una estructura de serie televisiva, no sé si le ronda algo por la cabeza.
—Todo es posible. Todavía no, sin duda. Pero creo que es una historia que permite continuar su desarrollo por los personajes que contiene y por la historia, que no se ha agotado en esta novela.
—Guarda en el cajón una novela sobre un caso jurídico pero la abandonó porque pensaba que estaba escribiendo un caso jurídico. ¿Tan poco le mola la realidad pura y dura?
—Es verdad. Yo siempre necesito un elemento de distanciamiento con mi realidad, con la proximidad. Por eso, mis historias las busco quizás en lugares que tienen para mí cierto componente fantástico aunque sean también reales.
—Dice usted: “El mayor misterio del universo no son los dioses, sino el ser humano”.
—Creo que nosotros somos el gran misterio del universo, ya que creamos la idea de dios y eso es una genialidad: que el ser humano invente a su creador.
—Abandonó la abogacía por la escritura buscando tranquilidad. ¿Encontró lo que buscaba?
—Sí. Encontré la tranquilidad apasionante de los sueños, de los sueños inalcanzables.
ANTONIO LÓPEZ HIDALGO
FOTOGRAFÍA: ELISA ARROYO
FOTOGRAFÍA: ELISA ARROYO