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Dany Ruz | Conjugar palabras

¡Cuánto nos cuesta decir “te quiero”! Parece que desgarramos una parte de nosotros y la tiramos al vertedero cada vez que utilizamos esta conjunción de palabras. Parece que nos abrimos en canal y quedamos vulnerables ante la otra persona. Parece que, por orgullo o por miedo a quedar por debajo, nos callamos y encerramos ese sentimiento para no exponernos al sufrimiento por no ser correspondidos.


¡Cuántos problemas se hubieran solucionado con un buen “te quiero” a tiempo! En un mundo donde triunfa un programa de televisión que juega con los sentimientos de sus participantes como si fuera la vaquilla del Grand Prix, es difícil que las palabras “te quiero” tengan algún valor a nivel social.

Quizás se haya prostituido y banalizado el hecho de mostrar nuestras emociones y estemos en un punto de no retorno, donde lo estadístico y lo racional tienen más validez que lo cualitativo y lo emocional. No creo, sinceramente, que sea un paso hacia delante atender cada vez menos lo sensible. Ya lo decía Unamuno en su libro El sentimiento trágico de la vida: el Homo sapiens sapiens no es un ser que se defina exclusivamente por lo que piensa sino porque siente.

“El hombre, dicen, es un animal racional. Y, acaso, lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el cangrejo resuelva ecuaciones de segundo grado”.

Por lo tanto, ¿qué significa hoy por hoy mostrar nuestros sentimientos hacia otro ser? Significa ser humanos y dejar de ser personas. Sería realizar la mayor acción que nos define como humanos, como especie. Y abogo por dejar de ser cada vez más personas, ya que atendiendo a la etimología de la palabra “persona”, vemos que viene del latín y que significa “máscara de actor”. Es decir, abogo por caminar hacia lo que nos define de dentro para afuera y dejar atrás aquello que nos define de afuera para dentro.

No hay algo más humano que sentir todo aquello que nos rodea, ser conscientes y racionalizar este sentimiento. Y no hay gesto que llene tanto a un ser como decir “te quiero”, siempre que sea sentido, huyendo de las inseguridades y de las expropiaciones del alma.

Porque un “te quiero” es un continente que cada ser lo llena de un contenido subjetivo. Porque no es lo mismo un “te quiero” para tu padre, que un “te quiero” para la persona que acabas de conocer y de la que te has enamorado. Un “te quiero” como despedida de un ser querido, como bálsamo, como receta para los males del alma.

Un “te quiero” para despedirme de ti, lector que me lees. Y que seguro que conforme me has leído te han venido varios nombres a la cabeza. Pues cierra esta página y hazle saber a esas personas lo que sientes de verdad por ellas.

DANY RUZ
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