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Pepe Cantillo | Animalismo (2)

Diariamente, cuando salgo a pasear, me encuentro con personas acompañadas de perros de toda clase y condición. A estos animales los calificamos de "animales de compañía". Es decir, son animales que viven con los humanos, integrados en el seno de las familias. Perros y gatos son dos de los animales de este grupo a los que se pueden añadir otros, siempre que no se les utilice para obtener beneficios y que no sean salvajes.


Diferencias entre animal doméstico, mascota y animal de compañía. Las tres calificaciones se vienen usando por igual desde el momento que se pone por medio el término “animal de compañía”. Las diferencias estriban en que los animales que calificamos como domésticos pertenecen a especies tradicionalmente acostumbradas a convivir entre humanos.

Animal doméstico es aquel que abarca especies criadas, reproducidas y que viven con los humanos y no pertenecen a la fauna salvaje. Aquí entrarían aquellos que se crían para carne, uso de las pieles, aquellos que dan leche, a los que se añaden los animales de carga y los que trabajan en la agricultura.

Las mascotas son animales tanto domesticados como de procedencia salvaje (ojo al asunto "salvaje") que hemos ido añadiéndolos a nuestra vida cotidiana y que mantenemos por afecto o ternura; en otras palabras: para disfrutar de su compañía.

El diccionario define "mascota" como “animal, o cosa que sirve de talismán, que trae buena suerte”. Digamos, aceptando dicha definición, que en su origen pueden tener una connotación de amuleto que da beneficios a quien lo posee.

El término "mascota" queda sustituido por el de "animal de compañía", que parece, en principio, ofrecer más atención, mimo y cuidado frente a la mascota, que –dicen– no lo requiere tanto. Pongamos por ejemplo el perro y el hámster. Otra de las razones aducidas para anular el concepto "mascota" se basa en que dicho término tiene una connotación utilitarista entendida ésta como actitud que valora exageradamente la utilidad.

Cada cual piense lo que mejor le parezca en referencia a dicho sustantivo. En el caso de los animales de compañía, tanto el ejemplar animal como el humano están estrechamente conectados; en caso contrario, el animal lleva las de perder. ¿Hay quien dé más?

Todos los cuidadores de animales de compañía son responsables del bienestar de las especies que conviven con ellos porque son parte del núcleo familiar. Para garantizar tanto la sana convivencia con los demás ciudadanos como el bienestar de perros o gatos hay que tener muy claro que dichos animales deben estar bien cuidados en referencia a la salud, a la comida, a salidas al exterior...

El bienestar animal creo que no está en llamarles "animales de compañía" en lugar de "mascotas" y sí está en cuidarlos debidamente en el sentido más amplio de la palabra "cuidar"… ¿Por qué "animales de compañía" y no "mascotas"? Tanta variedad de denominaciones es moderna, por aquello de querer cambiar nombres, situaciones y formas de convivencia humano-animal. Dicen que la palabra "mascota" tiene una connotación de objeto.

El hecho es que al hacer referencia a animales hay que distinguir entre “domésticos", "de compañía", "mascotas", "salvajes”. Esta última clasificación de animal está legalmente prohibida y quien los introduzca en el país será duramente sancionado, multada su tenencia, lo que no quita que sigan colándola en el ámbito humano/familiar.

El animal de compañía pertenece al grupo de especies domésticas que comparten el día a día junto a los humanos. Los animales de compañía por excelencia son los gatos y los  perros, a los que se añaden algunas otras especies de aves, peces, y mamíferos pequeños como el hámster, el conejo, algunos tipos de ratas…

Debe quedar muy claro que son especies domésticas principalmente para contacto social y para procurar placer a los humanos, en lugar de ser para producción o de llevar a cabo alguna tarea remunerada –se entiende que para beneficio del dueño–.

Oficialmente nos dicen que los conceptos de "animal doméstico" y "animal de compañía" vienen a cuento porque permiten diferenciarlos más fácilmente. Creo que tal diferenciación estriba en que los animales domésticos conviven desde tiempos inmemorables con los humanos, tanto si son para disfrute y acompañamiento como si son de uso agroalimentario. Y al animal de compañía lo han camuflado porque parece sonar mejor que "mascota". ¿Dicha situación hay que cambiarla?

En síntesis, habría que decir que tanto la mascota como el animal doméstico cumplen un papel de acompañamiento. Los animalitos que conviven con nosotros, llamémosle como queramos, cumplen un amplio papel en sentido físico y emocional para ambos, pero siempre que hayan sido aceptados por los miembros de la familia. ¿Por qué?

La respuesta más simple es la siguiente. Un hijo pequeño se empeña en tener, por ejemplo, un perrito. Insiste, llora, refunfuña, no obedece… ¿Qué hacer? De acuerdo, te compramos un perro, pero hay que sacarlo todos los días. “Vale, dice el rorro”. Llegará un día en que no tenga tiempo y, en el peor de los casos, tendremos un animal vagando solo porque ha sido abandonado. ¿Suena esta película? Por desgracia sí.

“Los estudios realizados sobre el tema demuestran que las mascotas mejoran nuestra calidad de vida, tanto emocional y físicamente. La compañía de la mascota evita la soledad que a corto plazo puede llevar a la depresión al estimular el contacto con el animal de compañía favorece un cierto estado de bienestar y disminuye el estrés en la medida que aumenta la necesidad de cuidar al animal del que se es responsable”.

Quienes tienen un animal de compañía reparten con él caricias, juegan, pasean, le hablan contándole los pesares diarios que sirven al dueño de desatasco mental, según dicen los especialistas y reiteran los psicólogos. La compañía del animal mitiga la soledad humana, aunque tengo mis dudas.

Volvamos a matizar el papel de la mascota. Acompañan al poseedor minimizando el estrés y evitando la soledad, la depresión y provocando sentimientos positivos de bienestar emocional, incluso cierto grado felicidad. Maravilloso, ¿verdad?

Esa es la teoría. La práctica diaria va por derroteros distintos y los tropezones que puedan aparecer durante el día dejan marca en el comportamiento personal. Tener una mascota ofrece un relax y una obligación a veces bastante incómoda. ¿Motivo? La responsabilidad con el animal no se puede manosear con un "ahora sí", "ahora no", "pues luego…ya veremos".

PEPE CANTILLO
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
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